Y bueno, me mandaron hacer un trabajillo luego de leer un trabajo de freud sobre lo ominoso. Aquello que, destinado a permanecer oculto, ha salido a la luz. Y esto fue lo que salio, me pidieron una experiencia y bueno, que la disfurten.
Creo que estas experiencias de lo ominoso son bastante comunes en general o por lo menos lo son para mí. Mi madre, a la cual aparentemente persiguen los números 5 y 9; mi novia, quien casi me mata cuando se le ocurrió mencionar que me iba chocar en el auto (entre tantas otras cosas que ha dicho); hasta Alicia, una amiga a la cual siempre acuso de haber matado a un hombre tras contar (sin saberlo) la historia de su asesinato. De hecho una de las primeras experiencias, casi desastrosa, que tuve con estos sucesos extraños y perturbadores fue en un estadio. Yo tenía unos ocho o diez años y mi padre me había llevado a ver al Sport Boys jugar. Ya casi al final del partido y con el marcador en contra el árbitro cobra un penal para el Boys. Luego de mirar como el jugador se acomodaba en el área le di unos golpecitos a mi padre con el codo y le dije con seguridad: “La falla”. Lo había dicho en voz alta y mi padre, que se había abalanzado a taparme la boca, sin conseguirlo a tiempo, solo atino a decir: “Pobre de ti que seas boca salada”. Efectivamente la falló.
Ahora bromeamos sobre eso, pero en ese momento la tribuna volteó a mirarme a mi y mi padre para después cogerse la cara y apretar puños y dientes. Recordar lo que me dijo no es apropiado para este trabajo. Ahora cada vez que contamos la historia entre la familia la cerramos con mi papá abrasándome detrás de su espalda, ya con la batalla perdida y rodeado de toda esa gente y diciéndoles que me perdonen, que soy solo un niño y que no sé lo que hago.
1 comentario:
Hey, me gustó mucho este texto. KD! Me has transportado a tu infancia... un saludo, una palmada en la espalda... y, no creo que seas salado XD! Nos vemos!
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